El aire de estos poemas está lleno de frescura, por la inspiración de instantes creativos. Registran, con precisión horaria, el hálito del poeta y una perspicacia que abarca lo positivo y lo negativo.
Cual haikus, captan la fugacidad. Además, una amplitud de concepciones y conjeturas. No son solo descriptivos, también muestran una posición en el mundo, que un buen poeta asume al reconocer la palabra que surge del espíritu.
El autor explora en objetos y elementos de la naturaleza, distingue el aire rancio que rodea a algunos seres y el aire puro de la creación. Se nutre de la fuerza de las palabras, que anda entre las hojas del tiempo y en los intersticios de la carne y del espacio.