El cuarto volumen de la obra de Arteta centra su atención en el episodio final: la muerte. Sus reflexiones, inspiradas por Stevenson, encaran con positivismo la última derrota, la que para el autor supone un viaje de ida sin retorno: 'Como cualquier otro individuo humano he vivido hasta hoy porque no quería morir, pero también a fin de hacerme digno de no morir y hasta de proponerme vivir como un aspirante a inmortal.'