Un artista obsesionado por crear una obra de belleza perfecta y sublime; un pintor engreído que solo tiene talento para el mal; un asesino confeso que relata sus crímenes con total indiferencia; una desdichada geisha convertida en el oscuro objeto de deseo de un mono; un niño que descubre el sentimiento del odio y los placeres del sadismo; la trágica historia de tres hombres enamorados de una mujer de pérfida hermosura… Tanizaki despliega todo su poder narrativo para ofrecer un seductor retrato del Japón de los años veinte poblado por personajes tan insólitos como fascinantes.
La obra de Tanizaki es vasta y reveladora de las múltiples facetas de una cultura enraizada en siglos de tradición, que intenta sobrevivir a la avalancha tentadora de nuevas ofertas, adoptando las más convenientes y reivindicando sus logros más valiosos, aquellos que la definen como una cultura única y auténtica, inscrita en los reclamos de lo humano. Tanizaki representa, como ningún otro autor de su tiempo, el espíritu y la esencia de lo japonés.