Abderramán III, decidido a provocar la derrota definitiva de los cristianos, que cada vez más frecuentemente amenazaban la frontera norte del califato, reunió un ejército como nunca antes había sido visto, y al frente del mismo se dirigió hacia el río Duero en la que denominó Campaña del Poder Supremo. Un eclipse de sol oscureció la Tierra durante su camino hacia el norte como tenebroso augurio del destino que le esperaba en Simancas.
La presente obra, magníficamente ilustrada, analiza la batalla, sus antecedentes y consecuencias, destacando muy especialmente el planteamiento de una hipótesis inédita sobre la localización del lugar donde se produjo la derrota definitiva del ejército califal.
Los "Anales Castellanos Primeros", redactados poco después de la batalla, narran así la victoria cristiana: "El martes 6 de agosto, día en que los cristianos celebran a los santos Justo y Pastor, vinieron los cordobeses a Simancas con su nefandísimo rey Abderramán y todo su ejército, y allí fijaron sus tiendas. Pero les salió al encuentro en rey Ramiro redeado de condes... y otra multitud de tropas. Con la ayuda de Dios se arrojaron sobre los moros y allí cayeron segados por la espada más de tres mil... los demás huyeron. Después, a los dieciséis días, como ellos prosiguiesen en su fuga... se les opusieron los nuestros... y fueron dispersados los ismaelitas, muertos y despojados. Regocijáronse los adoradores de Cristo, volvieron a sus casas con rico botín y se enriquecieron con sus despojos Galicia, Castilla, Álava y Pamplona, con su rey García Sánchez. A Dios gracias".