La sed del tiempo es un ejemplo mágico y precioso del poder de la literatura. Estando la escritora Bella Clara Ventura en la Feria del Libro de Puebla, en México, contactó con ella un lector de ese país que a sus más de ochenta años fua capaz de viajar cientos de kilómetros para encontrarse con ella. Acababa de terminar una obra suya y algo se había encendido en su interior. Necesitaba contar su historia y consideró que la voz de Bella era la adecuada para hacerlo. Se conocieron y conversaron durante horas, y fruto de esa charla, emotiva, urgente y salvadora, son estas páginas. Bella aceptó el reto y con su saber hacer dio forma a los recuerdos de Jorge, que corrían como un caballo desbocado azuzado por su sed de tiempo.