Las duras lecciones de la amarga derrota de 1898 fueron bien comprendidas por un selecto grupo de marinos y políticos españoles, que tras el "Desastre" y frente a la incomprensión o el pesimismo de muchos, se pusieron a la tan dura como necesaria tarea de reconstruir nuestro poder naval. Había que reformar por completo el s istema de construcciones navales, que había causado que, ante el conflicto, la mayor parte de los buques proyectados o no estaban terminados o presentaban notorios defectos. También su mantenimiento, pues pocos de los que estaban en servicio y participaron en los combates lo hicieron en condiciones satisfactorias. Pero había, además, que reorientar nuestra política exterior, saliendo del aislamiento anterior, tanto por necesidades estratégicas como porque se dependía del extranjero para obtener los más recientes adelantos de la tecnología naval. Tras los frustrados empeños de Silvela, Maura consiguió al fin poner en marcha la tarea, gracias a las dotes de su Ministro de Marina, D. José Ferrándiz, y al nuevo clima de amistad con Gran Bretaña, sellado en la famosa entrevista real de Cartagena. Los proyectos posteriores de Canalejas no llegaron a buen fin, especialmente por su asesinato, pero Dato supo apoyar al almirante Miranda para que continuara y coronara la obra de Ferrándiz, incorporando a la Armada el Arma Submarina y dando los primeros pasos hacia la Aeronáutica Naval. Con todo ello, la casi simbólica y desmoralizada fuerza remanente a comienzos de siglo se había transformado en la cuarta potencia naval europea. Ocultar resumen completo