Es 1761, y una niña diminuta nace en un pueblo de Suiza. La llaman Anne Marie y se convierte en aprendiz y sirvienta de un excéntrico modelador de cera. De la Suiza de su infancia a París, donde funda con el señor Curtius el primer museo de cera, y más tarde a Versalles, para asistir a María Antonieta en el parto, esta es la asombrosa historia de la modeladora de cera más ilustre de la Revolución francesa.