Aunque el búho Elvis reconoce que sus vecinos ratoncillos son capaces de alegrarle el día, también necesita tiempo para él, para leer el periódico, hacer herbarios o echarse una buena siesta. Y es imposible, pues esos pequeñajos no podrían ser más bulliciosos. La solución, tras pensarlo seriamente, la encuentra en las colonias humanas: allí los niños van a un lugar llamado escuela.