En marzo de 2012, treinta y tres años después de haber pisado por última vez la tierra de sus orígenes, el autor de este libro regresó a Libia junto a su madre y su mujer. El derrocamiento de Gadafi había abierto un tiempo nuevo en el que cabía la esperanza de refundar una sociedad devastada por los abominables crímenes de la dictadura, recuperando un sistema de valores basado en la justicia y el respeto por la vida humana. Sin embargo, más allá de soñar con un país en libertad y progreso, en la mente de Hisham bullía el deseo de cerrar una herida profunda y dolorosa que había marcado su vida y la de su familia. En 1990, su padre, Jaballa Matar, un próspero y culto empresario, amante de la poesía y líder de la disidencia en el exilio, había sido secuestrado en El Cairo y confinado en una prisión libia. Seis años más tarde, las escasas noticias que llegaban se interrumpieron: el rastro de Jaballa se perdió definitivamente.
Así pues, de esa infatigable búsqueda de la verdad trata, entre otras cosas, esta conmovedora historia. La depurada prosa de Hisham Matar -que el público lector pudo apreciar en Solo en el mundo e Historia de una desaparición, sus dos novelas anteriores- nos invita a compartir sus emociones más íntimas, desde las luminosas estampas de una infancia mediterránea en Trípoli y Bengasi hasta el áspero presente donde se mezclan la ilusión, la rabia y la impotencia. Transitando con maestría entre las convulsiones personales y los acontecimientos históricos, este sincero y poliédrico relato autobiográfico no se limita a tratar de comprender las aflicciones del pasado, sino que señala una y otra vez el consuelo reparador que ofrecen el amor y la amistad, la literatura y el arte.