El cártel de Medellín, especialmente a principios de la década de 1980, fue la principal organización narcoterrorista de Colombia hasta la caída de su ‘patrón’, Pablo Escobar, en 1993. Aun así, un halo de Robin Hood rodeó a quien fuera el objetivo número uno de la CIA, dado que arregló barrios enteros de Medellín (hasta 3.000 casas para pobres llegó a construir).
Todo ello ha provocado que películas y series televisivas hayan mitificado a los narcos colombianos, en una vida de ensueño rodeados de grandes fiestas donde corría la droga y mujeres despampanantes brindaban todo tipo de placeres a quienes las podían pagar. Pero Santiago Alonso, en un tono accesible y divulgativo, ofrece una perspectiva sintética muy alejada de la idea que Netflix y largometrajes hollywoodienses interpretados por Tom Cruise, Benicio del Toro, Javier Bardem o Penélope Cruz dan de los narcos. En palabras del propio Escobar, él fue pobre durante 28 años y de los 16 restantes que fue rico, una década entera se la pasó huyendo.
Para la documentación del presente libro, Alonso viajó a Colombia, donde se entrevistó con las fuentes vivas más próximas a lo que fue el cártel de Medellín. Además hace un valiente periodismo de investigación cuando detalla con pruebas el papel que desempeñaron los gobiernos de EEUU (‘Irán contra’), Perú, Panamá, México y Cuba en su relación con el cártel.
Los tentáculos del cártel de Medellín llegaron incluso a España, donde presuntamente realizó sobornos a jueces de la Audiencia Nacional para cambiar extradiciones a EEUU por Colombia, y Pablo Escobar supuestamente regaló cinco millones de dólares al PSOE de Felipe González para su campaña victoriosa de 1986.
A través de fuentes primarias y secundarias, este investigador resuelve dudas que durante años se suspenden en el aire: ¿Qué políticos se beneficiaron del dinero de la droga? ¿Quién fue realmente Griselda Blanco, la reina de la coca, recientemente interpretada por Sofía Vergara? ¿Cómo murió realmente Pablo Escobar? ¿Por qué no se acaba con el narcotráfico?
