La expansión japonesa por el Pacífico había sido fulgurante, barriendo con asombrosa facilidad a cuanta fuerza los aliados habían podido oponer. La Teikoku Kaigun estaba a las puertas de Australia y nada parecía poder detenerlos.
En el mar del Coral se produjo el primer enfrentamiento entre portaaviones de la historia, la primera batalla aeronaval que suponía el combate entre flotas alejadas entre sí cientos de kilómetros. La época del acorazado había pasado a la historia.
Detenidos, pero en absoluto derrotados en este encuentro, los japoneses decidieron intentar atraer a los portaaviones estadounidenses a una batalla en la que podría asestarles un golpe decisivo. Pero en cinco dramáticos minutos, el curso de la guerra en el Pacífico sufrió un giro de 180 grados.