Desde el comienzo de la guerra, los sublevados emplearon ciertos cañones de campaña y algunas ametralladoras de varios modelos y calibres, como improvisadas armas antiaéreas, con más efectos morales que materiales. En cualquier caso, los que a partir de entonces se denominarían Flits o Pichis, pasarían por la Guerra Civil E spañola como los cañones antiaéreos más numerosos en servicio en cualquiera de los dos bandos, no habiendo ciudad importante en la retaguardia nacional, y aún en algunos frentes, donde estos improvisados “cacharros” no dejaran su impronta y tranquilizaran a la población civil y a los combatientes, que se sentían algo más seguros frente a los ataques de la aviación republicana.